Las cabezas reducidas, también conocidas como cabezas shrunken o tsantsa, son artefactos tribales que se originaron en la región amazónica de América del Sur, principalmente en territorios que ahora corresponden a Ecuador y Perú. Este artefacto es particularmente asociado con los indígenas de la tribu Jívaro.
La creación de una cabeza reducida es un proceso altamente ritualizado y se considera una práctica sagrada en la cultura Jívaro. Estas cabezas son consideradas como trofeos de guerra y se creía que otorgaban poder y protección a quien las poseía.
El proceso de reducción de cabezas implica el retiro de la piel y los tejidos blandos del cráneo, seguido de la cocción de la cabeza en una solución de hierbas y plantas medicinales. Luego, se procede a coser la piel de la cabeza y se la trata con arena caliente y piedras calientes para reducir su tamaño y darle forma.
Las cabezas reducidas tenían una gran importancia en la cultura Jívaro y se utilizaban en rituales, ceremonias y como símbolos de estatus. También se creía que estas cabezas tenían el poder de proteger a su dueño de los espíritus malignos y evitar la mala suerte.
Sin embargo, al igual que otras prácticas culturales de este tipo, la reducción de cabezas ha sido criticada y considerada como una forma de violencia y barbarie. La práctica fue prohibida por el gobierno ecuatoriano en la década de 1950.
Hoy en día, las cabezas reducidas se encuentran principalmente en museos y colecciones privadas, donde se utilizan como objetos de estudio y exhibición. Aunque su origen está vinculado a una práctica cultural y ritual, las cabezas reducidas generan controversia debido al contexto histórico y cultural en el que fueron creadas.
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